miércoles, 6 de diciembre de 2017

Engañó a la muerte

En las nubes


Carlos RAVELO GALINDO, afirma:


Fernando A Calderón y Ramírez de Aguilar, nuestro amigo médico, nos platicó este cuento, que vale la pena repetirlo.

Creemos haberlo entendido bien. Y así lo escribimos.

Pero antes unos datos de la muerte en México, según Inegi.

En 2015 se registraron más de 655 mil defunciones. Enfermedades del sistema circulatorio (25.5%), enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas (17.5%) y los tumores malignos (13 por ciento) son las principales causas de defunción.

Entre 1990 y 2015 la tasa de mortalidad infantil disminuyó de 32.5 a 12.5 defunciones de niños menores de 1 año de edad por cada100 nacidos vivos.

En 2015 la razón de mortalidad materna es de 34.6 defunciones por cada 100 000 nacidos vivos; Chiapas (68.5) y Nayarit (66.9) muestran el nivel más alto.

Lo que sigue, es fábula.

En la pobreza extrema, sola, sin protección alguna, con los dolores de parto y sin tener un lugar donde parir, se encontraba la joven Dalina Partezun, de apenas 17 años de edad. Su marido y protector había muerto de una severa intoxicación etílica, originada por la desesperación de no encontrar el trabajo que le permitiera mantener un hogar para guarecerse y dar de comer a su esposa y al retoño que próximamente llegaría.

La pobre mujer estaba desesperada, gritaba, lloraba y para colmo empezaba a llover, sin embargo caminó y caminó hasta donde sus escasas fuerzas le permitieron. Cuando ya no fue posible seguir adelante cayó sobre el barro y perdió el conocimiento.

Al despertar se encontraba dentro de una gruta pequeña, pero lo suficientemente amplia para que durmiera y recuperara fuerzas,  la cual seguramente había sido el cubil de alguna fiera y que esta lo había abandonado.

De  una pared brotaba agua dulce de gran pureza, que sirvió para calmar su inmensa sed, y junto había ropa para cubrirse y viandas suficientes para satisfacer el hambre intensa, que tenía ya desde hace varios días.

Los dolores del parto aumentaban al tiempo que la sensación de miedo a lo desconocido. No  entendía que había pasado ni quiénes eran sus bienhechores. La  frecuencia del dolor había aumentado, sentía agua que le mojaba ambas piernas.

Se recostó y  al dar a luz, escucho en fuerte llanto, como un canto y a la vez un reclamo a la vida. Al ver y tener la criatura en sus brazos se reconforto.

Entonces recordó que había orado por un parto con el mínimo dolor, y que el recién nacido que era su gran esperanza, gozara de todas las condiciones normales, que ella pudiera alimentarlo hasta encontrar un trabajo que le permitiera mantenerlo sano y salvo y brindarle una educación para salir adelante en la vida.

En esos pensamientos estaba cuando se sintió cubierta por una gran sombra llena de calidez reconfortante y escucho una voz que le dijo, bienvenida mujer, tus oraciones han sido escuchadas y la madre del altísimo me ha ordenado que me encargue de ti y de tu hijo varón que el día de hoy ha nacido para gloria del señor. Sorprendida Dalina se arrodillo y dio gracias por su bienaventuranza.

La sombra tomó forma hasta quedar dibujada totalmente lo que causo gran miedo. La figura era de la muerte.  Recordó que era el día 2 de noviembre del año en curso y calló.

La muerte tomo la palabra y dijo, se me ordenó conceder cuatro gracias a tu hijo.

La primera que la vela que alumbra su vida, permanezca encendida por muy largos años para que pueda hacer el bien. En contraste con la tuya que ya va consumida a la mitad. El no podrá evitar que permanezca más tiempo en tu existencia.

La segunda que nunca le falte casa, vestido, sustento y educación.

Llegará a ser un gran médico. Curara toda clase de enfermedades, hasta las imposibles.

Será cuando al acudir al lecho del enfermo vea a mí, su madrina situada en el lado derecho de la cabecera. Si estoy en el izquierdo no podrá hacer nada y tendrá que anunciar la muerte del enfermo.

La tercera una gran riqueza, para ser distribuida entre los más necesitados, en su educación, su subsistencia y la de su prole.

Tomará lo necesario para actualizar sus conocimientos y sus recursos para la atención satisfactoria de sus pacientes, si cae en la deshonestidad o no lo cumple quedará  en la pobreza.

La cuarta muchos favores, satisfacciones y alegrías. Se casará con santa mujer, tendrá hijos sanos, trabajadores, honestos y leales que serán el báculo de su vejez.

Será honrado por sus contemporáneos siempre y cuando guarde su humildad, deseche la soberbia y la vanidad que proporciona el conocimiento, Tome los honores como una cosa natural.

A ello la madre respondió que sea como el señor quiere y cúmplase a satisfacción, pero te pido muerte que como justa eres, me visites de cuando en vez para saber cómo va este hijo mío y en qué lo debo ayudar y orientar.

La muerte abandono el lugar y los años pasaron tal como ella pronosticó: El joven  como  médico atendía con gran amor y bondad, aplicaba  todos sus conocimientos en la curación de los enfermos.
Se hizo de gran prestigio. A los encumbrados como a los seres más pobres, servía por igual.

La muerte estaba feliz con el cumplimiento de su ahijado, pero como suele suceder un día acudió a una mísera cabaña, para atender a una paciente ya desahuciada por todos sus colegas y rodeada de ocho pequeñas criaturas, sufrida en la mayor de las tristezas y el abandono.

Lo primero que vio al entrar fue a la muerte en el lado derecho de la cabecera de la cama. No obstante el acuerdo se compadeció al máximo de las sufridas criaturas y deseo que la paciente no muriera.

Hablo con la parca, su madrina, y le dijo querida y benevolente protectora mía, ayuda a esta mísera familia. La muerte insistió en el acuerdo.

El joven médico para cumplir con lo estipulado y sanar a la mujer, pensó en engañar a su madrina y dio una pequeña vuelta a la cama de manera tal que la muerte quedara del lado izquierdo.

En ese momento la enferma recupero totalmente u salud.  Y la  llama de su vida volvió a arder.

Al ver y sentir el engaño la muerte monto en cólera  y retiro para siempre las gracias que se le había concedido al médico.

La muerte solo había cumplido con lo prometido y el galeno con su deber.


No hay comentarios:

Publicar un comentario