jueves, 3 de mayo de 2018

Las noticias falsas, un arma de políticos y demagogos contra el periodismo (Audio)


* Las redes sociales, una plataforma con riesgos


 Amenazas al “enemigo”

Por Beatriz BARRALPeriodista de nuestra asociada RNU



Los periodistas deben tener libertad
para realizar su trabajo.
Foto: ONU/Eskinder Debebe.
Las noticias falsas son un problema real, sobre todo en las redes sociales, pero también se han convertido en un arma usada por políticos y demagogos para evitar las críticas. En el Día Mundial de la Prensa, expertos en libertad de expresión alertan sobre las consecuencias que tiene intentar desprestigiar a los medios de comunicación.

Las noticias falsas no son una novedad de la era de internet, pero, con un flujo de información globalizado, constante y vertiginoso, la línea que las separa de las noticias tradicionales, basadas en hechos verificados, se ha desdibujado. Las redes sociales, muy vulnerables a la manipulación, han ayudado a socavar la confianza en el periodismo convencional.

Dirigentes autoritarios y populistas, y otros poderes, usan la frase “noticias falsas” para atacar a sus críticos.

“Es parte de una retórica que se está utilizando para censurar a la prensa y evitar críticas o discusiones alrededor de temas sensibles. Existen noticias falsas, pero hay que tener mucho cuidado con cómo se usa la terminología y no aplicarlo de forma demasiado amplia de tal forma que pueda crear censura”, explica María Salazar-Ferro, del Comité de Protección de los Periodistas.

El problema, por tanto, no es que se denuncien las noticias que no sean verídicas, sino que se ataque a los medios de comunicación acusándolos de producir “noticias falsas”. “Esta retórica puede reforzar a gobiernos que ya son intolerantes con la crítica”, señala Salazar-Ferro.

Según los datos del Comité, en 2017 se batió el récord de periodistas encarcelados en el mundo: 262.

“En los países donde hay más periodistas encarcelados, se ha adoptado mucho esta retórica de las noticias falsas”, explica. Los datos de su organización muestran que ha aumentado el número de reporteros que han ido a prisión acusados de difundir información falsa. En 2016, fueron 9 casos y, en 2017, pasaron a 21. De ellos, 10 eran informadores turcos y nueve egipcios.
La narrativa de Trump es peligrosa

La activista denuncia que la narrativa del presidente de Estados Unidos “es peligrosa”, como ya se ha visto “en otros gobiernos que no aceptan críticas y tienen una retórica similar”. “Lo usan para encarcelar y censurar a periodistas”, explica.

En el caso de Estados Unidos, Salazar-Ferro asegura que los reporteros que trabajan en el país se sienten “vulnerables” ante el aumento de las “agresiones” y la menor aceptación “del periodismo que está en una línea de opinión distinta a la del Gobierno”. “En algunos lugares, hay una gran intolerancia hacia la prensa y uno se piensa dos veces si debe identificarse como periodista o no, porque hay un nivel de agresión hacia la prensa”, dice.

Los reporteros “se han convertido en un enemigo del público, cambiando ese rol de observador neutro”. 

Las redes sociales, una plataforma con riesgos


Las redes sociales son una plataforma para voces que antes no tenían lugar. Esto multiplica las fuentes y puede aportar riqueza a las informaciones.

Sin embargo, no todo son aportes positivos. La proliferación de desinformación en las redes ha provocado que el público deje de confiar en los medios tradicionales. Por eso, Salazar-Ferro recomienda “llegar a la fuente original, ir al medio que está reportando” y fiarse solo “de medios conocidos o periodistas que uno sabe que están tratando los temas de manera profunda”.

Por otro lado, “pensando en grupos como ISIS, las redes les está dando una voz que convierte a la prensa tradicional en un símbolo obsoleto”, señala. “Cuando tienen una plataforma en la que pueden crear noticias de manera directa, ya no se necesita al observador neutro que tradicionalmente era un periodista y esto le quita una protección muy importante al periodista que está cubriendo una guerra”.

En ambientes menos hostiles, tener que usar las redes sociales para colgar noticias, hace que la identidad de los informadores sea muy pública, lo que puede ocasionar que reciban más amenazas. “Lo vemos en Estados Unidos con periodistas que son críticos y reciben amenazas en sus redes sociales. Se pueden ampliar hacia las familias de los periodistas”, dice. La consecuencia es “un ambiente de censura por miedo a lo que pueda suceder”.

Amenazas al “enemigo”


Relatores sobre la libertad de expresión y opinión de varias organizaciones internacionales piden en una declaración conjunta el fin de las amenazas a los medios de comunicación.

Los expertos de la ONU, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la Comisión Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) subrayan con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa las crecientes amenazas a la existencia de medios independientes y diversos, en particular medios digitales.

Los ataques contra periodistas “provienen, en parte, de enmarcar, de forma cada vez más irresponsable, a los periodistas como 'enemigos' por parte de líderes políticos y empresariales”, dice el relator especial de la ONU para la libertad de expresión, David Kaye.

La Declaración Conjunta sobre la Independencia y al Diversidad de los Medios de Comunicación en la Era Digital recoge las amenazas políticas, tecnológicas y económicas contra los medios y hace una serie de recomendaciones:

Recuerda a los Estados su obligación de "proteger a los periodistas y a otros que corren el riesgo de ser atacados por ejercer su derecho a la libertad de expresión" y de iniciar "investigaciones eficaces" cuando se producen ataques y asegurar "reparaciones efectivas".

Los Estados deben abstenerse de adoptar leyes innecesarias o desproporcionadas que penalicen o impongan sanciones más severas a los medios digitales.

Las restricciones a la libertad de expresión basadas en conceptos como "la seguridad nacional" y la lucha contra "el terrorismo", "el extremismo" o "la incitación al odio" deben definirse de manera clara y ser objeto de supervisión judicial

Los políticos y los funcionarios deben abstenerse de interferir en las operaciones de medios de comunicación.

Los Estados "no deben vigilar, ni siquiera de manera digital, a los medios de comunicación o los periodistas, a menos que tal vigilancia se disponga por ley y sea necesaria y proporcional para proteger un interés legítimo".

Los medios de comunicación deben poder acceder bajo términos transparentes e imparciales y sin discriminación alguna a los recursos del Estado, incluida la publicidad oficial.

Los Estados deben crear un entorno económico que apoye un paisaje diverso de los medios de comunicación, sin socavar su independencia.

Los medios de comunicación y plataformas en línea deben “tomarse en serio su deber de respetar los derechos humanos" y reforzar sus "estándares de profesionalismo y responsabilidad social".

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